The Dirty Dozen (USA, 1967)
- Juanmi Retrocinema
- 7 jul
- 4 Min. de lectura
Misión suicida, redención violenta: guerra y antihéroes sin gloria.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el mayor John Reisman (Lee Marvin), un oficial insubordinado y de métodos poco ortodoxos, recibe la más improbable de las órdenes, formar un escuadrón con doce prisioneros militares condenados por crímenes graves, desde asesinato hasta insubordinación, con la promesa de que sus sentencias serán conmutadas si sobreviven una misión suicida tras las líneas enemigas.
Reisman, escéptico del sistema militar y conocedor de lo peor del alma humana, ve en esta operación una oportunidad de vengarse simbólicamente de la burocracia que lo ha marginado. Entre sus hombres están Jefferson (Jim Brown), un soldado afroamericano acusado de matar a un superior racista; Wladislaw (Charles Bronson), condenado por matar a un oficial cobarde; y Maggott (Telly Savalas), un fanático religioso homicida y misógino, potencialmente peligroso para el grupo.

El entrenamiento es brutal. Los doce se enfrentan a castigos físicos, humillaciones y conflictos internos. Maggott demuestra ser inestable, y hay momentos en que parece que el experimento colapsará. Sin embargo, la camaradería forzada y el deseo de sobrevivir a toda costa van moldeando al grupo. Reisman y su sargento, Bowren (Richard Jaeckel), logran una obediencia frágil pero funcional.
La misión final consiste en infiltrarse en un castillo francés donde altos mandos nazis celebrarán una reunión antes del Día D. El objetivo, masacrar a los oficiales y destruir el búnker subterráneo. Lo que sigue es un asalto feroz: los doce se disfrazan, matan centinelas, colocan explosivos, y lanzan granadas a través de ventilaciones en una escena desgarradora.
Maggott traiciona al grupo y es eliminado; muchos mueren en la operación, incluidos Vladislaw y Jefferson, quien muere arrojando granadas para sellar el destino de los nazis atrapados.
Al final, solo tres sobreviven. La operación es un éxito, pero la sensación es agridulce: se han sacrificado hombres que, aunque criminales, hallaron en esta misión su única oportunidad de redención.

Contexto histórico
Doce al patíbulo se estrenó en 1967, en medio de una época convulsa para Estados Unidos: la Guerra de Vietnam, las protestas estudiantiles, la desconfianza creciente hacia las instituciones, y un cine que comenzaba a cuestionar la narrativa oficial del heroísmo militar.
Robert Aldrich, conocido por su estilo cínico (El beso mortal, ¿Qué fue de Baby Jane?), encontró en esta historia una oportunidad para retratar la guerra no como gloria, sino como necesidad brutal. Aunque ambientada en la Segunda Guerra Mundial, la cinta dialoga con los temores contemporáneos de los años 60, el poder descontrolado del Estado, la manipulación de la vida humana, la utilidad del delincuente como arma.
Su estreno generó controversia. Fue censurada en varios países por su violencia gráfica y su enfoque moral ambiguo. Sin embargo, el público la abrazó con fervor, fue un éxito rotundo de taquilla y ganó el favor de soldados reales, que la consideraban más honesta que muchas películas “patrióticas”.
Influencia y legado
Doce al patíbulo redefinió las películas bélicas al introducir un tono crudo y sarcástico, sin sacrificar el espectáculo. A partir de ella nacieron subgéneros enteros, los escuadrones de inadaptados, las operaciones suicidas, los antihéroes al servicio de una causa mayor.

Su estructura ha sido homenajeada y reciclada hasta el cansancio. Películas como Los violentos de Kelly, Fuerza 10 de Navarone, Escape a la victoria, Los indestructibles, Escuadrón suicida (2016), e incluso Bastardos sin gloria (2009) le deben mucho a esta obra. Quentin Tarantino ha citado a Aldrich como una de sus influencias, y la idea del criminal redimido por el caos bélico sigue vigente en cine, cómic y videojuegos.
El filme también redefinió las carreras de varios actores. Lee Marvin consolidó su imagen de “duro cínico”, y Donald Sutherland inició su camino al estrellato desde un papel casi accidental.
Secuencias legendarias
“El desfile de los condenados”: la escena inicial donde se presentan los doce hombres, cada uno con su nombre, crimen y sentencia. Un montaje seco y demoledor.
El motín de entrenamiento: cuando Maggott enloquece y casi mata a uno de sus compañeros, lo que obliga a Reisman a decidir si lo mantiene en el equipo.
La suplantación de Pinkley: Donald Sutherland, sin experiencia en comedia, improvisa un momento inolvidable haciéndose pasar por un general nazi para inspeccionar tropas.

La incursión al castillo: tensión pura, vestuarios robados, silencios largos y asesinatos quirúrgicos.
Jefferson corriendo con granadas: una secuencia lenta, cargada de música fúnebre, que combina acción y tragedia con potencia emocional.
Datos curiosos
El guion está inspirado en una novela de E.M. Nathanson, quien a su vez se basó en rumores sobre un grupo de prisioneros usados en operaciones especiales.
El elenco sufrió numerosas tensiones durante el rodaje, Lee Marvin y Ernest Borgnine casi se enfrentan a golpes.
Jim Brown dejó su carrera en la NFL durante la filmación, desatando polémica en el mundo deportivo.
Donald Sutherland fue añadido de último momento. Su papel iba a ser eliminado, pero Aldrich improvisó una escena solo para probarlo.
La violencia gráfica fue extrema para la época, la escena del búnker con napalm provocó rechazos del Comité de Censura británico.

¿Dónde verla?
La película está disponible para renta o compra en plataformas como Apple TV, Google Play, Amazon Prime Video y YouTube. También suele proyectarse en ciclos de cine bélico clásico en canales como TCM o Film&Arts. La edición en Blu-ray incluye comentarios del director y un documental sobre su legado.
Conclusión
Doce al patíbulo es una anomalía poderosa dentro del cine de guerra, mezcla pulp, nihilismo, comedia negra y épica bélica sin traicionar ninguno de sus componentes. Es una crítica furiosa a la lógica militar, un estudio sobre la violencia institucionalizada y una historia de redención involuntaria. Más que una película, es un manifiesto cínico sobre cómo la guerra convierte a los indeseables en héroes por conveniencia. Cincuenta años después, sigue siendo brutal, divertida y profundamente incómoda.
“Mataremos nazis. Algunos de ustedes morirán. Pero se les conmutará la pena si logran volver.”
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