Hasta el Viento Tiene Miedo (México, 1968)
- Juanmi Retrocinema

- 18 jun
- 5 Min. de lectura
Terror gótico mexicano con fantasmas, castigo y un internado donde incluso el viento susurra venganza.

En un estricto internado para señoritas ubicado en una casona antigua rodeada de árboles y una torre prohibida, Claudia, una de las estudiantes más rebeldes, comienza a tener pesadillas cada vez más vívidas. En ellas, una voz de mujer la llama desde una torre, la misma que está clausurada por órdenes de la directora Bernarda. Claudia empieza a mostrar síntomas de ansiedad, lo que provoca el castigo por parte de la autoridad escolar: ella y un grupo de compañeras deben permanecer en el internado durante las vacaciones de primavera.
La tensión aumenta en ese espacio deshabitado, donde el silencio, la oscuridad y el viento se vuelven protagonistas. El grupo de jóvenes, al principio entusiasta, pronto experimenta extraños sucesos, pasos donde no hay nadie, puertas que se abren solas, espejos rotos, visiones en la madrugada. Claudia, lejos de estabilizarse, se hunde más en sus visiones, convencida de que alguien del más allá está tratando de comunicarse.
Descubren entonces que Andrea, una exalumna, se suicidó años atrás lanzándose desde la torre tras una serie de conflictos con la misma directora. Lo que parecía un acto desesperado se revela como un castigo injusto, impulsado por una institución rígida y cruel. El espíritu de Andrea, atrapado por la rabia y el deseo de justicia, vuelve una y otra vez, especialmente a través del viento que sopla en la noche, como si él mismo llevara su voz.

La historia culmina con la posesión simbólica de Claudia por el espíritu de Andrea, que guía sus pasos hasta la torre en la escena final. En un clímax trágico, la directora Bernarda sube tras ella, solo para enfrentarse con el espectro vengativo. La muerte de Bernarda en esa misma torre simboliza una justicia sobrenatural, donde el poder institucional es finalmente derribado por la memoria y la verdad negada.
Contexto histórico
México vivía en 1968 uno de sus años más convulsos. A solo meses de la masacre de Tlatelolco, el país se encontraba sumido en una profunda crisis de legitimidad. Aunque Hasta el viento tiene miedo no trata de forma directa estos acontecimientos, es imposible no leer la película como una alegoría del autoritarismo, de la represión institucional y del castigo ejemplar a la disidencia.
Carlos Enrique Taboada se aparta del cine de terror mexicano de luchadores, vampiros o monstruos, apostando por un cine más introspectivo, silencioso, que trabaja el miedo desde lo simbólico. La película también recoge ecos del giallo italiano, del horror gótico británico y del expresionismo alemán, pero los traslada a un contexto cultural profundamente mexicano, el de la obediencia impuesta y las voces silenciadas por la estructura patriarcal.

El internado no es solo un espacio físico, es una metáfora del país. Un lugar que aparenta formar y proteger, pero que reprime, controla y destruye. En ese sentido, la película fue más radical de lo que se le reconoció en su momento.
Influencia y Legado
Hasta el viento tiene miedo abrió un camino inédito para el cine de terror en México. Fue la primera de una “tetralogía del horror psicológico” dirigida por Taboada, que incluiría El libro de piedra, Más negro que la noche y Veneno para las hadas. En cada una, las protagonistas son mujeres, los espacios están cerrados, y el miedo nace de traumas no resueltos más que de monstruos externos.
La película fue redescubierta y reivindicada décadas después por una nueva generación de críticos, académicos y realizadores. Es vista hoy como una pieza clave del horror feminista latinoamericano, por su manera de explorar temas como la represión del deseo, el castigo al cuerpo femenino, y el poder destructivo de las jerarquías institucionales.
Fue objeto de un remake en 2007 que, pese a contar con mayor presupuesto y efectos digitales, fue duramente criticado por no comprender la delicada atmósfera del original ni su carga simbólica. El remake sustituye el miedo atmosférico por clichés del cine de sustos, perdiendo el verdadero espíritu de Taboada.

Secuencias Legendarias
La primera pesadilla de Claudia, en la que escucha su nombre susurrado y ve a una figura colgando de un árbol seco bajo una luna roja. Una escena cargada de simbolismo sobre el ahorcamiento, el castigo y la culpa.
La biblioteca encantada, donde una de las alumnas presencia una aparición silenciosa. Aquí, el silencio y la cámara fija generan una tensión casi insoportable.
La lectura del diario de Andrea, donde descubrimos que fue víctima de una persecución institucional. La escena funciona como el corazón temático de la película, la verdad silenciada por quienes deben proteger.
La confrontación final en la torre, con planos contrapicados y un uso magistral del viento como entidad narrativa.
El rostro de Bernarda tras ver el fantasma, petrificada en una expresión de horror absoluto, antes de su caída. Esta escena da sentido al título, el viento mismo es una voz de justicia que no puede ser callada.

Dónde Verla
Actualmente puede verse en FilminLatino, Vix+ y en algunos canales de YouTube con licencia. Además, suele proyectarse en funciones especiales de cine clásico en la Cineteca Nacional, filmotecas universitarias y festivales de horror mexicano.
Se encuentra disponible en formato restaurado en DVD como parte de la colección “Cine de terror de Carlos Enrique Taboada”.

Curiosidades
El árbol que aparece en las pesadillas fue construido en estudio y pintado a mano para que proyectara sombras retorcidas con cualquier ángulo de luz.
Carlos Enrique Taboada escribió el guion inspirado por sus recuerdos en un colegio de monjas.
Marga López, al leer el guion, dudó aceptar el papel por el tono oscuro de la historia.
El título fue una sugerencia del productor, al escuchar un silbido del viento durante una reunión creativa.
La película fue un éxito de taquilla en su momento, especialmente entre el público joven, aunque fue duramente criticada por sectores conservadores.
Conclusión
Hasta el viento tiene miedo es una joya del cine mexicano que funciona a múltiples niveles. Como película de horror, crea una atmósfera perturbadora con mínimos elementos; como retrato psicológico, nos habla del miedo heredado, de las estructuras autoritarias y de la memoria que se niega a morir.
El viento es, en esta cinta, algo más que un fenómeno natural, es la metáfora de lo que no puede silenciarse. Es el recuerdo que sigue soplando incluso cuando todos prefieren cerrar las ventanas. Es la voz de las que ya no están, pero no se han ido.
“Hasta el viento tiene miedo.” — Claudia










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