Alphaville (Francia-Italia, 1965)
- Juanmi Retrocinema
- 13 jun
- 7 Min. de lectura
Distopía donde el amor está prohibido.

En una ciudad del futuro llamada Alphaville, regida por la lógica estricta de una supercomputadora omnipresente llamada Alpha 60, la poesía, el amor y la emoción han sido prohibidos por ser considerados irracionales. Las personas son ejecutadas por expresar sentimientos o hacer preguntas filosóficas. Las palabras "conciencia", "por qué" y "ternura" son borradas del diccionario.
En este entorno alienante, llega Lemmy Caution (Eddie Constantine), un agente secreto que viene de "las galaxias exteriores", pero que en realidad representa una figura del cine negro clásico —con su gabardina, su pistola y su actitud dura—. Su misión es asesinar al creador del sistema, el científico Von Braun, antes conocido como Leonard Nosferatu, un hombre que huyó de los mundos "normales" para construir este nuevo orden totalitario.
Lemmy se encuentra con Natacha (Anna Karina), hija de Von Braun, quien ha sido programada para no sentir ni cuestionar. Pero el contacto con Lemmy comienza a despertar en ella recuerdos, dudas... y sentimientos. Mientras Lemmy navega por esta ciudad sin alma, sus acciones desencadenan una rebelión simbólica: recupera el lenguaje prohibido, revive la poesía, y le enseña a Natacha a decir las palabras prohibidas: “Je t’aime” (Te amo).
Al final, Lemmy escapa de Alphaville con Natacha, venciendo no con armas, sino con palabras, emociones y arte. La última escena, con ella apenas pronunciando "Je t’aime", representa la victoria del espíritu humano sobre la maquinaria del control racional.
CONTEXTO HISTÓRICO
Rodada en plena Guerra Fría, Alphaville es una respuesta directa al avance del pensamiento tecnocrático, la amenaza del totalitarismo y la deshumanización en la sociedad moderna. Godard, uno de los principales nombres de la nouvelle vague francesa, utilizó locaciones reales de París —edificios de concreto, hoteles impersonales, luces fluorescentes— para crear una distopía sin necesidad de decorados, lo que refuerza la idea de que el futuro ya está aquí.
INFLUENCIA
Alphaville es una de las obras más influyentes del cine de ciencia ficción europeo y un hito en la mezcla de géneros. Jean-Luc Godard rompió con las convenciones al fusionar el cine negro clásico con una visión distópica del futuro, creando un híbrido que inspiraría a generaciones de cineastas, artistas visuales y escritores.

Fue una de las primeras películas en imaginar una sociedad dominada por la inteligencia artificial y la vigilancia total. La idea de una ciudad gobernada por una supercomputadora que elimina el lenguaje poético y reprime la emoción aparece décadas antes de obras como Blade Runner (1982), Brazil (1985) y Ghost in the Shell (1995), las cuales retoman su visión de un futuro donde la identidad y el alma son suprimidas por sistemas tecnológicos impersonales.
Además, Alphaville introdujo al cine el concepto de distopía cotidiana: no hay coches voladores ni paisajes extraterrestres, sino edificios reales, luces de neón y pasillos de hotel, lo que convierte la amenaza en algo más real y cercano. Esta estética "del futuro ya presente" influenció directamente a movimientos como el cyberpunk y al cine de autor de ciencia ficción, donde la tecnología se infiltra en la vida diaria de forma inquietante.
También dejó huella en la música y el arte visual. Bandas como Kraftwerk, Radiohead y Alphaville (la banda alemana tomó su nombre directamente de la película) han citado su influencia conceptual. En el terreno literario, su tono filosófico y su mirada sobre el lenguaje resuenan con las obras de J.G. Ballard, William Gibson y Philip K. Dick.
Por último, su uso del lenguaje como herramienta de control y resistencia anticipa obras contemporáneas como V de Vendetta o 1984 (versión de Michael Radford), donde la manipulación lingüística es clave para el poder. En Alphaville, la rebelión comienza cuando alguien pronuncia una palabra prohibida... y sobrevive para repetirla.
ESCENAS ICÓNICAS
Las ejecuciones públicas en la piscina. Uno de los momentos más inquietantes de Alphaville muestra cómo se castiga la transgresión en este mundo sin emoción: los “herejes” —personas que han cometido el crimen de mostrar sentimientos, llorar, o leer poesía— son ejecutados por un pelotón de mujeres armadas, que disparan mientras los condenados están de pie en lo que parece ser un trampolín. Luego, caen al agua, y un grupo de nadadoras sincronizadas realiza una coreografía mecánica alrededor de los cadáveres flotantes. La escena es filmada con frialdad quirúrgica, acentuando la banalización de la muerte en esta sociedad lógica y desalmada. Es un ballet de la represión.

El interrogatorio con Alpha 60. Lemmy es capturado por el sistema de vigilancia y enfrentado a Alpha 60, la inteligencia artificial que rige Alphaville. En una secuencia tensa y filosófica, la máquina lo interroga con una voz ronca, distorsionada, monótona. Le plantea cuestiones sobre lógica, destino, amor y poesía. La cámara encuadra el rostro de Lemmy con sombras duras y planos expresionistas, mientras Alpha 60 dice frases como: “¿Por qué lloran las personas?”. Lemmy resiste sin ceder al lenguaje técnico, respondiendo con ironía o citando versos poéticos. Esta escena funciona como el núcleo teórico de la película: el duelo entre lo mecánico y lo humano.
Lemmy y Natacha en la habitación del hotel. A lo largo de su estancia en Alphaville, Lemmy y Natacha desarrollan una relación ambigua. Una de las escenas más poéticas ocurre en la penumbra de un hotel, donde Lemmy le lee poesía a Natacha. Ella, criada bajo el régimen de Alpha 60, no comprende conceptos como "tristeza", "ternura" o "amor". Sin embargo, mientras Lemmy le recita palabras prohibidas, ella comienza a recordar fragmentos de su infancia y a recuperar la capacidad de sentir. La escena está cargada de erotismo contenido y emoción reprimida. El lenguaje, aquí, actúa como antídoto contra el control.
La huida final: “Je t’aime”. En el clímax de la película, Lemmy logra asesinar a Von Braun y desestabilizar a Alpha 60, sembrando el caos en la ciudad. Junto a Natacha, escapa en coche a través de los corredores y calles de Alphaville, ahora colapsada. Durante la huida, Natacha lucha por encontrar las palabras que describan lo que siente. Finalmente, después de largos silencios, de miradas y de un proceso de reaprendizaje emocional, pronuncia las palabras prohibidas: “Je t’aime... je t’aime.”Es el momento más simbólico del film: en una ciudad donde el lenguaje ha sido domesticado por la lógica, el amor —a través de la palabra— se convierte en una forma radical de resistencia.
DATOS CURIOSOS
1. Locaciones reales como “futuro” distópico. Godard no usó decorados de ciencia ficción: Alphaville es en realidad la ciudad de París filmada de noche, aprovechando su arquitectura moderna, escaleras industriales, pasillos fríos y fachadas brutalistas. El edificio del Ministerio de la Verdad, por ejemplo, es un hotel real. La ausencia de sets construidos refuerza la idea de que el futuro ya habita en nuestro presente.
2. Alpha 60 tiene una voz “enferma”. La voz robótica de Alpha 60 fue lograda grabando a un actor que tenía laringitis, lo que le daba un tono ronco, artificial y mecánico. Luego se distorsionó aún más en posproducción, sin necesidad de efectos digitales. El resultado: una de las voces más inquietantes del cine.
3. El personaje de Lemmy Caution viene del pulp. Eddie Constantine ya había interpretado a Lemmy Caution en varias películas francesas de serie B como un típico héroe de acción. Godard lo tomó y lo trasplantó a un contexto completamente distinto: lo convirtió en un agente melancólico atrapado en una distopía filosófica. Es una de las primeras veces que se subvierte un personaje de franquicia en un contexto autoral y experimental.

4. La novela que inspiró la historia no es de ciencia ficción. Aunque se suele asociar a Alphaville con el género sci-fi, Godard no adaptó una novela futurista, sino que se inspiró en "El caso Lemmy Caution", una historia policial. La película toma más del cine negro y de la literatura pulp que de la ciencia ficción clásica, lo que explica su mezcla de géneros.
5. La palabra “poesía” era casi una herejía. En el universo de Alphaville, el uso de ciertas palabras como “conciencia”, “lluvia”, “por qué” o “poesía” era considerado subversivo. El diccionario oficial de la ciudad era revisado constantemente para eliminar conceptos que fomentaran la individualidad o las emociones. Esta idea anticipa obras como 1984, donde la manipulación del lenguaje es parte del sistema de control.
6. No se permitieron decorados artificiales. Una de las reglas de Godard fue: “nada que no exista ya”. Esto significaba que todo lo filmado debía encontrarse en el mundo real, lo cual representaba una crítica tanto al cine comercial como a la ilusión del progreso tecnológico. Esta austeridad le da a la película una textura extrañamente realista.
7. El rodaje fue extremadamente rápido. La película fue filmada en apenas tres semanas, con un equipo reducido, cámara en mano y permisos mínimos. Esta agilidad, típica de la nouvelle vague, permitió improvisación y libertad creativa, pero también generó dificultades técnicas que Godard usó a su favor para crear una atmósfera caótica y alienante.
8. Homenaje a Fritz Lang y a Orwell. El nombre del científico Von Braun (antes Leonard Nosferatu) es una referencia directa a Wernher von Braun, el ingeniero nazi reciclado por la NASA, y al cine expresionista alemán. La ciudad de Alphaville, controlada por una inteligencia artificial que suprime el lenguaje poético, es un eco claro de la Neolengua de 1984. Godard fusiona esas influencias en clave política y estética.

DÓNDE VERLA
Disponible en MUBI, Filmin, Criterion Channel, y en edición Blu-ray restaurada por Studio Canal y The Criterion Collection (según disponibilidad regional). También se encuentra en algunas bibliotecas de cine clásico y colecciones en línea de la nouvelle vague.
CONCLUSIÓN
Alphaville no es ciencia ficción de evasión, sino de confrontación. Godard nos lanza una advertencia sobre un mundo donde la lógica ha suplantado a la empatía, y la poesía es considerada una amenaza. Al final, no es la violencia sino el lenguaje y el amor lo que salva a los protagonistas. Más que una película, es un manifiesto filosófico con alma de thriller futurista.
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