Rambo: First Blood (Estados Unidos, 1982)
- Juanmi Retrocinema
- 16 jun
- 6 Min. de lectura
Un veterano de Vietnam declarado enemigo en su propio país. El inicio brutal de una saga icónica de acción, con Sylvester Stallone como un soldado que desata su furia contra un sistema que lo ha olvidado.

First Blood está basada en la novela homónima de 1972 escrita por David Morrell. La historia sigue a John Rambo (Sylvester Stallone), un ex boina verde y veterano de Vietnam que llega al pequeño pueblo de Hope, Washington, en busca de un antiguo compañero de su unidad. Al enterarse de que ha muerto de cáncer por exposición al Agente Naranja, Rambo continúa su camino, pero es interceptado por el sheriff Will Teasle (Brian Dennehy), quien lo considera una amenaza por su aspecto y actitud solitaria. Lo detiene por vagancia y lo lleva a la comisaría local.
Allí, los abusos de los oficiales desencadenan los traumas de guerra reprimidos en Rambo, quien sufre un colapso emocional y escapa hacia las montañas. Lo que comienza como una persecución policial rutinaria se convierte en una guerra unilateral, usando sus conocimientos de guerrilla, Rambo evade, neutraliza y humilla a todo el aparato policial y militar del pueblo, sin matar a nadie deliberadamente. La situación escala al punto de requerir la intervención del coronel Sam Trautman (Richard Crenna), antiguo superior de Rambo, quien intenta convencerlo de rendirse antes de que sea destruido por completo.

La película culmina con un estallido emocional de Rambo dentro de una estación de policía, donde llora y grita por la imposibilidad de reintegrarse al mundo civil. Su monólogo revela una profunda herida emocional: ya no hay lugar para él en el país por el que luchó. Trautman logra convencerlo de entregarse, y Rambo es arrestado sin mayor resistencia, dejando tras de sí un pueblo destruido y una sociedad que no supo cómo lidiar con sus propios fantasmas.
Contexto histórico
First Blood surge en un momento de transición cultural en los Estados Unidos. A inicios de los años 80, el país aún no superaba las secuelas emocionales y políticas de la guerra de Vietnam (1955–1975). El regreso de los veteranos, muchos con traumas físicos y psicológicos, fue acompañado por el rechazo, la indiferencia o la incomprensión de la sociedad civil. Mientras el cine bélico de los años 70 tendía a mostrar la brutalidad del conflicto (The Deer Hunter, Apocalypse Now), First Blood traslada la guerra a suelo estadounidense, mostrando que el campo de batalla continúa en la mente del soldado.

La figura del "veterano roto" se convierte aquí en símbolo de una herida nacional: John Rambo no es el enemigo, sino el reflejo del fracaso colectivo para integrar y sanar a quienes fueron enviados a luchar. Al mismo tiempo, la película dialoga con la política de mano dura del gobierno de Ronald Reagan, donde el orden y la autoridad se contraponen a la figura del individuo desplazado.
Influencia
Aunque muchas veces se confunde con el cine de acción explosiva de los años posteriores, First Blood marcó el inicio de una saga con profundas implicaciones culturales. Su impacto redefinió la manera de presentar al héroe de acción: ya no solo era fuerte, sino también vulnerable, marcado por cicatrices emocionales. Esto abrió la puerta a otros protagonistas atormentados en los 80 y 90, desde Martin Riggs (Lethal Weapon) hasta Snake Plissken (Escape from New York).
Rambo se convirtió en un emblema contradictorio: por un lado, la crítica lo vio como propaganda militarista; por otro, muchos veteranos se sintieron representados en su historia de abandono y furia. La franquicia influyó en generaciones enteras de creadores —desde Quentin Tarantino hasta los diseñadores de videojuegos tipo Metal Gear Solid— y su estética de supervivencia extrema definió una subcultura.

En países como Rusia, Vietnam y Afganistán, Rambo fue visto como símbolo de la potencia militar estadounidense, pero también como un outsider solitario que lucha contra sistemas injustos. Su imagen trascendió el cine para convertirse en figura política, ícono de camisetas, grafitis y hasta debates sobre masculinidad en crisis.
Escenas icónicas
La fuga al bosque con la persecución entre helicópteros y trampas improvisadas: Tras escapar de la comisaría, Rambo se adentra en un bosque denso, donde demuestra sus habilidades de supervivencia aprendidas en la guerra. La escena del helicóptero —en la que un oficial cae y muere accidentalmente— marca el punto de no retorno. En cuestión de minutos, Rambo pasa de ser un forastero solitario a un enemigo público. La selva se convierte en su campo de batalla personal, y con herramientas básicas, crea trampas ingeniosas que dejan fuera de combate a toda una patrulla.

El enfrentamiento en las cavernas, con iluminación mínima y clima de tensión: Rambo se oculta en una antigua mina subterránea. La secuencia, casi sin diálogos, está dominada por el sonido de gotas, sombras deformadas por la luz de su antorcha y un ambiente claustrofóbico. La imagen de Rambo arrastrándose entre ratas, barro y oscuridad refuerza su carácter animalizado, al borde de la desesperación, pero también de la lucidez. Es una metáfora visual del aislamiento emocional en el que vive.
El monólogo final de Rambo:“¡Allí manejaba millones de dólares en equipo, aquí no puedo ni conseguir trabajo lavando autos!”. Esta escena es el corazón emocional del filme. Rambo, ensangrentado, temblando y con la voz rota, le confiesa a su antiguo coronel lo que realmente lo destruye, la imposibilidad de volver a ser parte de una sociedad que ya no lo quiere. No es un grito de guerra, sino de dolor. El momento transforma por completo la percepción del personaje, ya no es un fugitivo peligroso, sino un hombre profundamente roto.
La destrucción del pueblo, donde se enfrenta al sistema que lo traicionó: En un estallido final, Rambo toma el control de una ametralladora M60 y camina por el pueblo, disparando contra escaparates, patrullas vacías y la estación de policía. No mata a nadie, pero su furia se vuelve simbólica, ataca las estructuras que representan su exclusión. La violencia no es gratuita, sino expresión de una desesperación acumulada. Al final, la figura del coronel Trautman lo detiene, no como autoridad, sino como única figura capaz de contener su derrumbe emocional.

Datos curiosos
Stallone casi muere en el rodaje: Durante la escena donde Rambo salta por un acantilado y cae sobre los árboles, Stallone hizo su propio salto con arnés. Se lesionó las costillas al caer, pero decidió dejar la toma en la película por su realismo.
Solo mata a una persona en toda la película: A pesar de su fama de asesino implacable, en First Blood, Rambo solo provoca una muerte directa (y accidental): la caída del oficial desde el helicóptero. En contraste, en secuelas como Rambo II, el número de muertes se dispara.
Rodaje en condiciones extremas: La película se filmó en Hope, Columbia Británica (Canadá), con temperaturas bajo cero y lluvia constante. El equipo debió proteger el material con lonas y calentadores improvisados.
El cuchillo de Rambo fue una revolución en ventas: Tras el estreno, la demanda por cuchillos de supervivencia aumentó drásticamente. El modelo con compartimento oculto, brújula y sierra en el lomo se volvió un objeto de culto.
Final alternativo con suicidio: En el guion original (y en la novela de David Morrell), Rambo muere al final. Filmaron esa versión, pero el público de prueba la rechazó por ser demasiado deprimente.

La película fue reeditada drásticamente: El primer montaje duraba cerca de 3 horas. Stallone, al verlo, intentó comprar los derechos para destruir la cinta. Luego, al recortarla a 90 minutos, entendieron que tenían un éxito.
Tuvo múltiples títulos en países hispanohablantes: En México y otros países de Latinoamérica se estrenó como Rambo: La Misión, aunque su título original era simplemente First Blood. Esto generó confusión cuando se estrenó la secuela, que sí se llamó Rambo: First Blood Part II.
Inspiración real: El autor David Morrell se inspiró en casos reales de veteranos que no podían reintegrarse a la sociedad y sufrían episodios violentos o se aislaban en zonas boscosas.
Conclusión
First Blood no es solo una película de acción: es una tragedia moderna envuelta en adrenalina. John Rambo no quiere guerra, pero está condicionado para ella, lanzado a una sociedad que no sabe cómo recibirlo. La cinta ofrece una poderosa crítica al trato de los veteranos y a las estructuras de autoridad que fallan en reconocer el daño causado.

Mucho antes de volverse una franquicia bélica, Rambo fue un símbolo del dolor reprimido, un soldado que no puede adaptarse a la paz. Esa es la paradoja que sostiene la película, el combate terminó, pero la guerra sigue dentro. Por eso, First Blood se sostiene como una obra profundamente humana, con más peso psicológico y político del que suele atribuírsele. Un clásico imprescindible del cine estadounidense de los 80.
“Allí era responsable de millones en equipo. Aquí no puedo ni conseguir trabajo lavando autos.” — John Rambo
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